top of page

Escuchar a las emociones ayuda a la salud...

Reconocer y expresar adecuadamente las cualidades emocionales de lo que vivimos es algo importante en nuestra salud y bienestar. También es algo que puede ayudar a crear y mantener vínculos de afecto y respeto con otras personas. Sin embargo encuentro, en las culturas en que vivo, una variedad de ideas y acciones que obstaculizan este reconocimiento y expresión de los sentimientos y emociones, y me parece que, de esa manera, generamos condiciones para afectar negativamente nuestra salud y las relaciones con otras personas.


Diversos investigadores (Damasio, 2005; García, 2019; Levine, 2008; López Ramos, 2017; Pert, 1999) -hombre y mujeres-, con reconocimiento en sus áreas de trabajo, señalan esta influencia mutua que hay entre lo emocional y lo corporal. Algunas emociones deprimen al sistema inmunológico, o modifican los niveles de diversas hormonas, o alteran el ritmo respiratorio y la relajación-tensión muscular. Y cuando estas condiciones duran mucho tiempo, contribuyen a que el estado general del funcionamiento de nuestro organismo se modifique y aparezcan malestares y problemas de salud.


Por ello pienso que cuando desatiendo a mis emociones, negándolas, ignorándolas o impidiendo su adecuada expresión, contribuyo, de alguna manera, a que ocurra un deterioro en mi salud. Esto puede ocurrir también cuando de entrada tengo una dolencia corporal y no atiendo los sentimientos y emociones que aparecen en relación con ella. Empiezo a pensar ¿qué tengo? ¿Será algo grave? ¿Cuál va a ser el remedio? ¿Medicina, cirugía, qué?... Y cuando por un diagnóstico o por mis pensamientos sentipienso que lo que tengo es algo grave, mi condición de salud puede deteriorarse también por la influencia de lo emocional.


Me ha llevado muchos años aprender a identificar y a expresar adecuadamente mis emociones y sentimientos. Y he de reconocer que, a veces, todavía no logro hacerlo bien. Algunos fantasmas generados desde la infancia siguen asustando y amenazando; en parte, porque varios de ellos todavía son alimentados por creencias culturales.


En una etapa de mi vida, aprendí que con las emociones y sentimientos había que irse con cuidado, porque encierran peligros latentes y manifiestos. Pueden generar desorden, descontrol y comportamientos inaceptables. Cuando pienso en los aspectos emotivos de la ternura y la alegría, por ejemplo, me pregunto cómo podría ocurrir eso.


Aprendí también que había sentimientos buenos y malos, positivos y negativos. Y entonces, cuando sentía alguna emoción calificada de mala o negativa, aparecía el sentirme culpable por sentir lo que sentía. El problema se hacía mayor. Y no recuerdo haber escuchado o leído que como seres humanos podemos vivenciar una diversidad amplia en la dimensión emocional y que, de entrada, eso que sentimos no es ni bueno ni malo, porque no se traduce, en automático, en acciones concretas.


Escuché que había cualidades emocionales más propias de las mujeres y otras más de los hombres. Y en los dichos quedaban ocultas las costumbres y creencias socioculturales que marcaban esas apreciaciones, permisos y prohibiciones. Tampoco aquí encontraba el reconocimiento de la diversidad emocional que podemos experimentar los seres humanos, ni la apreciación de que ello puede constituir una fuente de un buen convivir con otras personas y con la naturaleza.


No me quedaba clara la distinción entre sentir una emoción y expresarla. Y el problema empezaba cuando sentir algo se calificaba de malo, sin importancia, inadecuado. Entonces se generaban problemas y aparecía la culpa o la vergüenza.


Cuántas veces he escuchado expresiones tales como:

· No tengas miedo… no hay por qué tener miedo,

· Respira hondo y se te pasa. ¡Ya! No es para tanto,

· ¿Para qué te enojas? No ganas nada,

· ¡No llores! Eso no sirve de nada,

· Sentir envidia es malo,

· ¿No te da vergüenza estar asustado?


Sentir una emoción o un sentimiento no implica, necesariamente, expresarlo tal y como lo sentimos. Entre otros factores, porque a veces olvidamos que las emociones y sentimientos vienen en racimo, como un manojo de colores. Y entonces si sólo reconocemos uno de ellos y dejamos fuera a los demás al expresarnos, es muy probable que la expresión resulte inadecuada para mí y para otras personas, con lo cual genero un problema adicional.


Cuando reconozco y expreso con claridad mis emociones, tomando en cuenta la complejidad de las circunstancias, favorezco el movimiento que ellas necesitan para ir en dirección del bien-estar y la salud. Cuando las ignoro o las suprimo, genero tensiones innecesarias en mí y condiciones para que diversos sistemas en mi organismo se alteren en su funcionamiento y generen problemas de salud.


Ciertamente, no son sólo las emociones y sentimientos las que influyen en nuestra salud. Hay que atender otras condiciones como la nutrición, la higiene, la actividad física, etc. Lo que me parece muy útil es reconocer e integrar nuestra emocionalidad como una dimensión muy importante y valiosa en la promoción y el cuidado de la salud.


Ya abordaré la cuestión del estrés como un aspecto particular de las relaciones entre emociones y salud.


Referencias. –


Damasio, A. (2005). Descartes’s Error. New York: Penguin Book.

García, A. (2019). Neurociencias de las emociones: la sociedad vista desde el individuo. Una aproximación a la vinculación sociología-neurociencia. Sociológica, 34, no. 96, 39-71.

Levine, P. (2008). Healing Trauma. Boulder: Sounds True.

López Ramos, S. (2017). Lo corporal y lo psicosomático. Aproximaciones y reflexiones VIII. México: Los Reyes.

Pert, C. (1999). Molecules of emotion: The Science behind Mind-Body Medicine. New York: Scribner.



185 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page