top of page

Esa tristeza que no se va...

Hay tristezas que no se van… parece que llegaron para quedarse. Y aunque buscan pasar desapercibidas, colorean todo lo que encuentran a su paso, aun las sonrisas más alegres.


Muchas veces me he sorprendido al captar que una persona se siente triste más allá de lo que dice y de sus gestos, de sus risas e historias. En su narración hay tanto de qué alegrarse, agradecer, disfrutar y vivir la vida con entusiasmo que me cuesta trabajo reconocer y aceptar que en el trasfondo de sus expresiones, y aunque resulte aparentemente contradictorio, esa persona se siente triste.


Las pérdidas de personas significativas, el desamor, el engaño, los accidentes, las muertes, las rupturas amorosas, las ausencias, y un sinnúmero de otras experiencias suscitan en las personas el sentirse tristes, acongojadas, con ganas de llorar. A veces tenemos la oportunidad de reconocer que nos sentimos así y de expresarnos desde eso que sentimos. En ocasiones nos sentimos sin derecho a mostrar lo que sentimos o nos parece que está mal, o alguien más nos lo prohibe. Y entonces eso triste se queda ahí, en algún lugar de nuestro cuerpo y vivencias, y nos estorba para alegrarnos intensamente.


Reconocer eso triste que está ahí es un primer paso para transformarlo. Muchas personas ya no lo notan, no se dan cuenta. Con el tiempo, su presencia se vuelve “normal” y pasa desapercibido. Estas personas pueden hablar de experiencias agradables, de los aspectos alegres de su vida, de sus ganas de realizar una diversidad de actividades y de sus encuentros con gente que les es significativa. Sin embargo, en medio de esas emociones y sentimientos de alegría y satisfacción se mueve sutilmente, como una corriente de agua subterránea, eso triste que la persona siente sin darse cuenta.


Cuando no reconocemos o aceptamos lo que sentimos, frecuentemente instalamos una pelea con nosotros mismos. Aparecen diferentes sentires y valoraciones que luchan por salir adelante a costa de los demás. Y si continuamos con esa dinámica, no importa los resultados que obtengamos, generalmente saldremos perdiendo porque algunos de esos sentires serán negados, desestimados, arrinconados u ocultados con culpa y vergüenza.


El camino hacia la Liberación y la Paz requiere un reconocimiento de todos mis sentires, aun aquellos de los que me avergüenzo o me siento culpable. Atender a lo corporalmente sentido es una vía para este reconocimiento. Cuando como terapeuta escucho comprensivamente a otra persona, atiendo a mi resonancia corporal para desde ahí captar no sólo los matices afectivos más obvios y explícitos sino también aquellos que se esconden y buscan pasar desapercibidos o experimentan la ambivalencia de querer ser reconocidos y el temor a no ser aceptados. Es así como en medio de la alegría expresada, del optimismo y del entusiasmo, logro sentir/captar que esa persona también se siente triste y puedo resonar con ello.


Cuando esto ocurre, puedo invitar a la persona a hacer una pausa y a prestar atención a su cuerpo sentido desde adentro. -¿Cómo se siente en tu cuerpo todo esto de lo que vas platicando?... ¿Puedes detenerte un momento y prestar atención a ello?... Si la persona acepta la invitación, empieza a generar condiciones propicias para entrar en un proceso de descubrimiento personal y a darse cuenta de que experimenta más sentires de los que hasta ahora había identificado. Y junto con ellos, suelen venir imágenes y recuerdos de algunas situaciones vividas en las que se suscitaron esos sentires hasta ahora no reconocidos e inadecuadamente expresados.


Así es como una consultante empezó a darse cuenta de esta tristeza que no se va… que está ahí permanentemente… y que luego ya ni se acordaba de ella, aunque ahora se percate de que era un “estorbo” para disfrutar y alegrarse plenamente. Atender a lo vivido corporalmente es una vía para este descubrimiento y un movimiento importante para liberarse de eso sentido ahí que se había quedado relativamente inmovilizado, estorbando un fluir más lleno de energía en el vivir cotidiano. La Filosofía de lo Implícito y el Focusing de Eugene Gendlin me han ayudado a reconocer estos caminos y a saber cómo propiciar los procesos de reconciliación y paz con uno mismo.



Entradas recientes

Ver todo
bottom of page