El o la psicoterapeuta que yo busco...
Escoger con quién ir a psicoterapia puede ser una decisión difícil, si quiero hacerla informadamente. Usualmente pregunto a colegas y ellos me sugieren o recomiendan a quien creen que puede ayudarme. Suele ser esa la primera acción de mi búsqueda.
Después, cuando tengo una entrevista y hablo con la persona recomendada ¿qué sigue?... Es entonces que, abierta o veladamente, me pregunto ¿qué busco en un(a) psicoterapeuta para decidir estar en un proceso de psicoterapia?...

Lo primero es, sin duda, prestar atención a cómo me sentí durante la conversación ¿Seguro? ¿Cómodo? ¿Escuchado? ¿Comprendido? ¿Respetado? O ¿mi sensación/vivencia estuvo más bien con tonos de sentirme inseguro, incómodo, no escuchado, mal entendido, tratado como alguien incapaz de tomar sus propias decisiones y la dirección de su vida?
Luego, sigo inquiriendo: ¿lo sentí plenamente presente ahí conmigo o parecía más bien desempeñar un rol profesional desde un protocolo preestablecido?... ¿Me pareció que se expresaba de una manera congruente y honesta, integrando sus sentires, sentimientos e ideas? O ¿Más bien sus expresiones fueron desde sus pensamientos, referentes teóricos y procedimientos técnicos sin mucha conexión con sus vivencias ni con las mías?...
Me gustaría encontrarme con una persona profesional que sepa atender, escuchar y comprenderme desde mis vivencias y significados; los que aún están como sensaciones en el cuerpo hasta los que se van integrando en diferentes emociones y sentimientos, y luego expresando en palabras, tonos del hablar, gestos, movimientos, posturas, miradas y silencios. Alguien a quien le guste escuchar sin prisas y sin juicios, que busque comprender más que explicar, abierto a sentir y captar mis perspectivas y matices de cómo me vivo en el Mundo, con otras personas, mi historia y mis circunstancias.

También quisiera encontrarme con alguien con quien pueda compartir la diversidad de mis vivencias, emociones, sentimientos, apreciaciones, valoraciones y juicios que tengo de mí mismo; aquello que duele y aquello que disfruto, lo que temo y lo que me desafía, lo que me angustia y lo que me reconforta, de lo que me enorgullezco y de lo que me avergüenzo. Alguien que pueda recibir y acoger todas estas vivencias, sin juicios ni reproches, sin reclamos ni amenazas, sin advertencias ni consejos sesudamente fundamentados.
Tal vez sea mucho pedir. Me doy cuenta de que todo lo que he señalado puede estar presente en diferentes grados y modalidades. Asumo esa diversidad y no espero la perfección. Reconozco algunos mínimos que necesito que estén presentes para sentir que, estar en psicoterapia con esa persona y lo que ello posibilita en mí, es un proceso valioso de cambio, descubrimiento y transformación.
Sé que puede haber momentos en los que escuchar su opinión y su punto de vista será de utilidad para mí. A veces preguntaré y a veces la terapeuta podrá ofrecerlos sin que yo los pida. En ocasiones me vendrán bien algunas preguntas para invitarme a atender aspectos de mi vivir en el mundo, que esté dejando desatendidos. Las podré aprovechar en la medida en que no las sienta como una imposición; que sean un recurso más a mi disposición para encontrar qué puedo hacer con ellas.
Sentir que en la psicoterapia se trata de ir descubriendo y encontrando los modos y rumbos como puedo darle dirección y sentido a mi vivir es también fundamental. Me reconozco integrante del universo. Soy en/con el universo y las situaciones particulares en las que vivo y he vivido. Desde ahí se han generado mis sufrimientos, problemas interpersonales y socioemocionales y demás problemas de mi vivir. Es desde ahí que busco transformarlos. Por ello, necesito ir encontrando mis posibilidades de acción en los contextos concretos y con las personas específicas con las que me relaciono. ¿Puede esta persona que me acompaña en terapia ayudarme a ver el panorama global y al mismo tiempo propiciar que avance en la diferenciación de mis posibilidades y alternativas, aquí y ahora, y pueda entonces decidir, desde la totalidad de mi ser, cómo ir viviendo momento a momento?...

Aquí otra vez, creo que se trata de avanzar en esta dirección más que verlo como un punto de llegada. Y para hacerlo, supongo que el/la terapeuta necesitan tener una visión amplia de la vida y estar abiertos y dispuestos a cambiar y a transformarse al acompañarme en este proceso de búsqueda y generación de nuevos modos de vivir.
Para decirlo en pocas palabras, me gustaría que la persona/terapeuta que me
acompañe:
Esté realmente presente, dejándose sentir, sin juicios, todo lo que se le vaya suscitando en el proceso,
Se disponga a comprenderme con empatía, desde las perspectivas y matices de mi vivenciar en movimiento, y exprese su comprensión en los modos que puedan ser provechosos para mi transformación personal,
Me respete y valore como ser humano, y asuma que puedo avanzar en la dirección de orientar mi vivir desde mi persona completa, en la medida en que me escuche y atienda desde la complejidad implícita de mi existencia cotidiana y desde mi fluir de sensaciones con sentido de mis vivencias,
Mantenga unos acuerdos/reglas, claros desde el principio, para enmarcar nuestras reuniones,
Tenga un conocimiento encarnado de filosofía, ética, teorías del cambio personal, procedimientos y técnicas, que ponga al servicio de mi desarrollo y del proceso, de una manera fresca y espontánea,
Cuide siempre de la confidencialidad, de no compartir información sobre mí sin mi consentimiento explícito, atendiendo siempre mi bienestar, y
Que tenga siempre presente que el centro y lo más importante de la psicoterapia está en la relación interpersonal que ocurre ahí, en esa interacción. Que yo soy persona/ser humano antes de ser cliente, consultante, paciente, o neurótico, bipolar, obsesivo, o cualquier otra etiqueta disponible.
Como la vida, el universo y el Dios que me cuida me apoyan, estoy seguro de que
puedo encontrar a una persona/terapeuta que me acompañe en mi caminar y en mi búsqueda de nuevas alternativas para vivir y convivir con bienestar en el Mundo.
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