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Foto del escritorSalvador Moreno López

¿Cómo saber lo que realmente quiero y pienso?

Durante mucho tiempo creí que escucharme a mí mismo consistía en poner atención a mis pensamientos y diálogos internos. Si quería tomar alguna decisión o aclarar dudas, el camino era pensar y pensar para llegar a alguna conclusión después de análisis, argumentaciones, combinar ideas relacionadas y acciones similares.

 

Cuando me preguntaban:  Y tú ¿qué quieres o tú que piensas? Solía responder con lo que me venía a la mente en automático o podía desconcertarme, en ocasiones, cuando no encontraba alguna respuesta rápida.

 

La cuestión es que si te hacen esas preguntas ¿cómo le haces  para responderlas? ¿Dónde o cómo buscas para saber lo que realmente quieres y piensas?... suponiendo que no se trata de repetir “como de memoria” lo aprendido, ni de dar respuestas que crees que le agradarán a otras personas. ¿Qué haces?...

 

De a poco, fui cayendo en cuenta que esto no es una acción sencilla y obvia. Fui descubriendo que tiene sus “secretos” y caminos propios y que, además, están llenos de obstáculos. Con el tiempo y algunas experiencias fui tomando conciencia de que aprendí muy bien a dar respuestas esperadas, consideradas correctas por los demás. Y que pocas veces me preguntaba: “y yo ¿estoy de acuerdo con eso? ¿O no? ¿Por qué?.”..

 

Cuando tomé conciencia de los pensamientos, que muchas veces no eran propios sino prestados, también me percaté de que mis quereres personales a veces no eran tales sino el fruto de la costumbre, de los dichos de otras personas, o de sentirme cohibido para buscarlos. También en esta área viví mucho tiempo de “quereres prestados” que realmente no eran míos. Alcanzaba a notar cierta insatisfacción mas no lograba identificar de dónde venía. Aprendí a mirar mucho hacia las cosas, las acciones, otras personas, las circunstancias, etc. y casi no aprendí a escucharme, a poner atención en mí para identificar mis quereres auténticos y los pensamientos personales.

 

Un salto grande en dirección a encontrar mis auténticos quereres y pensamientos ocurrió cuando me encontré un libro en el que leí: “ hay una especie de conciencia corporal que influye profundamente en nuestras vidas y que puede usarse como instrumento para ayudarnos a alcanzar metas personales” (Gendlin, 1983, p. 57). Esa conciencia corporal viene como cierto tipo de sensaciones. Son sensaciones que muestran y expresan los significados corporalmente sentidos de tu vivir cada situación, momento a momento. Y a esas sensaciones Gendlin les llamó sensaciones-con-sentido (felt-sense en el idioma original).

 

Leí con curiosidad el libro e hice las actividades ahí sugeridas. Me daba cuenta de mis peleas con una diversidad de pensamientos que me llegaban: “Esto no tiene sentido, no es lógico, sólo vas a perder el tiempo, atender al cuerpo no deja nada bueno, el cuerpo es cuerpo y ya, no puedes pensar con el cuerpo para eso está el cerebro”, etc..


Afortunadamente mi espíritu explorador y aventurero ganó y seguí leyendo, sintiendo y practicando las actividades. Pronto viví experiencias que me sorprendieron y me confirmaron que el cuerpo sabe, o que yo sé más de lo que creo si atiendo a mi cuerpo. Incluso he llegado a descubrir vivencialmente que puedo pensar desde mi cuerpo.

 

Por supuesto que también encontré otros textos y personas que me han ayudado a continuar en esta dirección y a ampliar y enriquecer mis comprensiones y aprendizajes sobre lo que significa e implica atender, escuchar y seguir a mi cuerpo vivido. Puedo decir que en un principio dí por posiblemente válida su versión y luego la he ido confirmando, transformando y enriqueciendo desde mis propias experiencias y vivencias. Es decir, he ido descubriendo que si desde mis vivencias atiendo a lo que Gendlin llama el experienciar, que es el fluir de sensaciones con sentido, puedo orientar mis interacciones, mis relaciones y mi vivir cotidiano, con sabiduría y certeza. En varios de mis escritos comparto experiencias (Moreno, 2009).

 

Hay que agregar que ciertamente estoy expuesto a errores y a equivocaciones, sólo que ahora la diferencia es vivir más a partir de lo que realmente quiero y pienso que de consignas prestadas. Y esto no significa desconocer otros puntos de vista, otras valoraciones y argumentos; reconozco el valor de dialogar y escuchar a otras personas, conocer otras perspectivas, entender otros argumentos… lo que significa es moverme en una dirección en la que pueda, cada vez más, orientarme por mis quereres, valores y pensamientos, que incluyan, a mi modo, lo escuchado y aprendido con otras personas, otras culturas y otras circunstancias.


Así he ido descubriendo que cuando me atiendo y escucho desde mi cuerpo vivido me encuentro con quereres y pensamientos más genuinos y personales, que satisfacen mi vivir en convivencia con otras personas. Además, puedo darme cuenta, con menos dificultades, de cuando dejo de atender a esta sabiduría corporal que integra mi ser interacción en el universo, y regreso a los viejos patrones de la rutina, el automático, el porque sí, así se hace, todos lo hacen, etc.… Eso me invita y posibilita recuperar mi rumbo…


Referencia. –

Gendlin, E. T. (1983). Focusing. Proceso y técnica del enfoque corporal. Bilbao: Mensajero.

Moreno, S. (2009). Descubriendo mi Sabiduría Corporal, Focusing. Guadalajara: Focusing México.

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